Las puertas blindadas están compuestas por diferentes materiales, que se combinan para obtener un resultado final resistente y seguro. Los materiales más comunes son el acero, el hierro, el aluminio y el PVC.
Este tipo de puertas constan de un armazón metálico de diferente grosor realizado con tubos sin soldar para evitar la maleabilidad de la estructura.
Este armazón se rellena con lana de vidrio que actúa como protector acústico y corta fuegos dada sus propiedades ignífugas.
Tanto el armazón como el relleno se forran con chapa de acero a ambos lados del mismo.
La fabricación de una puerta blindada es un proceso minucioso que requiere de una alta especialización.
Diseño: En primer lugar, se diseña la puerta en función de las necesidades del cliente.
Se tiene en cuenta el grado de seguridad que se requiere, así como el diseño y acabado que se desea.
Corte de materiales: A continuación, se cortan los materiales que se van a utilizar en la fabricación de la puerta.
Se utilizan maquinarias especiales para obtener las formas y medidas necesarias.
Ensamblado: Una vez que se tienen todas las piezas necesarias, se procede al ensamblado de la puerta.
Este proceso incluye la unión de las diferentes piezas mediante soldadura o remaches, así como la instalación de las bisagras y los sistemas de cierre.
Refuerzos: Para aumentar la resistencia y seguridad de la puerta, se añaden refuerzos interiores, como placas de acero o hierro, que se colocan en los puntos más vulnerables de la puerta.
Acabado: Por último, se realiza el acabado de la puerta.
Se pueden utilizar diferentes técnicas, como el pintado, el lacado o el recubrimiento con otros materiales, para conseguir el aspecto deseado.