Si tu bebé no se sobresalta con los ruidos fuertes.
Tras el nacimiento de tu bebé, los ruidos del mundo exterior se vuelven más fuertes y nítidos.
Por eso, si no se asusta ante el ladrido de un perro o no se calma ante suaves murmullos o zumbidos dulces, hay que sospechar de una pérdida auditiva.
Si a los 3 meses tu bebé no reconoce o responde a tu voz.
Las voces de mamá y papá son la «música» favorita de tu bebé.
Por eso, si llamas a tu bebé por su nombre o algún estímulo con tu voz y no genera alguna respuesta, podría tratarse de una pérdida auditiva.
Si a los 6 meses tu bebé no gira la cabeza hacia un sonido nuevo.
Aunque tu bebé se familiariza con sonidos desde que está en el vientre materno, es importante seguir monitoreando sus reacciones ante un nuevo sonido.
Si tu bebé no gira la cabeza o genera alguna respuesta, no pienses que está ignorando el sonido, por el contrario, acude a un especialista para descartar algún tipo de hipoacusia.
Si cumplido el año tú bebé no balbucea, no responde o imita palabras.
La manera en que tu hijo se comunica con el balbuceo, el lenguaje con las manos, la imitación de palabras, el entendimiento de pautas sencillas como la palabra “no” “mamá” “papá”, también son señales e indicadores importantes a la hora de analizar una pérdida auditiva.
Si tu hijo ya tiene más de un año y no sigue instrucciones sencillas.
A veces se piensa equivocadamente que se trata de falta de atención o que el niño simplemente ignora a la otra persona, pero puede ser el resultado de una pérdida auditiva parcial o total.