El Instituto del Mundo Árabe en París fue diseñado por Jean Nouvel y su fachada tecnológica con paneles que se abrían y cerraban en función de la luz natural causó un gran impacto en la comunidad arquitectónica. Aunque el mecanismo tuvo problemas técnicos y no funcionó como se esperaba, su diseño innovador sentó un precedente para futuras investigaciones sobre fachadas adaptativas. La investigación sobre fachadas adaptativas se ha multiplicado desde entonces, y los edificios como el Singapore Lyceum Theatre y el One Ocean Thematic Pavilion han seguido esta tendencia, incorporando elementos inspirados en la naturaleza para mejorar la eficiencia y la sostenibilidad. El Singapore Lyceum Theatre, por ejemplo, cuenta con 7.139 parasoles piramidales que permiten el paso de luz difusa y protegen de la radiación solar directa, inspirados en la geometría del durián. En el One Ocean Thematic Pavilion, un sistema de lamas inspirado en las hojas de la flor del paraíso se dobla hasta 90º sin necesidad de bisagras, gracias a la fuerza inducida por los cambios de temperatura. La fachada bio-reactiva Solar Leaf, construida en 2013, incorpora sistemas vivos en la envolvente, con paneles de micro-algas que actúan de filtro solar dinámico y producen energía renovable. La crisis económica ha obligado a la profesión a replantear sus prácticas y principios arquitectónicos, y edificios como estos marcan una tendencia hacia la adaptabilidad y la sostenibilidad. La arquitectura está evolucionando hacia una mayor adaptabilidad al usuario y a la incertidumbre climática y económica, como se puede ver en la frase "eppur si adatta", que sugiere una arquitectura cada vez más adaptada al usuario y sometida a la doble imposición de eficiencia y sostenibilidad.