Dormir con un reloj no es intrínsecamente perjudicial para la salud, pero es fundamental considerar los posibles impactos en la calidad del sueño y el bienestar general.
El uso constante de dispositivos como relojes puede alterar el equilibrio del sueño.
La exposición a tecnología, incluso pasiva, puede generar microdespertares, interrumpiendo el ciclo natural del descanso.
Además, el material de los relojes puede influir en la comodidad, y las correas de plástico o metal pueden generar irritaciones en la piel, especialmente en climas cálidos o durante la transpiración nocturna.
Las funciones de monitoreo, como las alertas de frecuencia cardíaca o notificaciones de vibración, pueden afectar la continuidad del sueño, incluso si no se perciben conscientemente.
Algunas investigaciones señalan que dormir con un reloj no representa un peligro directo para la salud, pero destacan ciertos aspectos a considerar, como la exposición a radiación de bajo nivel, la compresión prolongada de la muñeca, las interrupciones psicológicas y el monitoreo constante.
Dormir sin relojes ni dispositivos electrónicos puede ser una opción más saludable para algunas personas, especialmente si priorizan un entorno libre de distracciones tecnológicas.
Al evitar el contacto constante con un reloj, se reduce la probabilidad de irritaciones cutáneas y se promueve un sueño más profundo y sin interrupciones.
Las tres razones por las que no deberías dormir con un reloj inteligente son: mayor relajación mental, al evitar estímulos asociados al monitoreo, reducción de interferencias electromagnéticas, por la ausencia de señales inalámbricas, y mejor higiene del sueño, al crear un entorno más natural y libre de distracciones.